
«Delante de la cruz, los ojos míos se me queden, Señor, así mirando y sin ellos quererlo estén llorando porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos, se me queden, Señor, así cantando, y sin ellos querer estén rezando porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en ti prendida y así con la palabra prisionera, como a la carne a esa tu cruz asida
se me quede, Señor, el alma entera. Y así clavada esté a tu cruz mi vida, Señor, y así, cuando tú quieras, muera».
Rafael Sánchez Mazas
Ultima actualización ( Viernes 06 de Abril de 2012 13:50 )
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