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Segundo Domingo de Pascua PDF Imprimir
Martes 26 de Abril de 2011 17:42

PRIMERA LECTURA  (Hechos  2,42-47)

En los primeros días de la Iglesia, todos los hermanos acudían asiduamente a escuchar las enseñanzas de los apóstoles, vivían en comunión fraterna y se congregaban para orar en común y celebrar la fracción del pan. Toda la gente estaba llena de asombro y de temor, al ver los milagros y prodigios que los apóstoles hacían en Jerusalén. Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. Los que eran dueños de bienes o propiedades los vendían, y el producto era distribuido entre todos, según las necesidades de cada uno. Diariamente se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos, con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y toda la gente los estimaba. Y el Señor aumentaba cada día el número de los que habían de salvarse.

 

SALMO RESPONSORIAL (117)

R./ La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

Diga la casa de Israel:
“Su misericordia es eterna”
Diga la casa de Aarón:
“Su misericordia es eterna”.
Digan los que temen al Señor:
“Su misericordia es eterna”. [R]

Querían a empujones derribarme,
pero Dios me ayudó.
El Señor es mi fuerza y mi alegría,
en el Señor está mi salvación. [R]

La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular.
Esto es la obra de la mano del Señor,
es un milagro patente.
Este es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo. [R]

 

SEGUNDA LECTURA  (1a de Pedro 1, 3-9)

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su gran misericordia, porque al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a la esperanza de una vida nueva, que no puede corromperse ni mancharse y que Él nos tiene reservada como herencia en el cielo. Porque ustedes tienen fe en Dios, Él los protege con su poder, para que alcancen la salvación que les tiene preparada y que Él revelará al final de los tiempos. Por esta razón, alégrense, aún cuando ahora tengan que sufrir un poco por adversidades de todas las clases, a fin de que su fe, sometida a la prueba, sea hallada digna de alabanza, gloria y honor, el día de la manifestación de Cristo. Porque la fe  de ustedes es más preciosa que el oro, y el oro se acrisola por el fuego. A Cristo Jesús ustedes no lo han visto y, sin embargo, lo aman; al creer en Él ahora, sin verlo, se llenan de una alegría radiante e indescriptible, seguros de alcanzar la salvación  de sus almas, que es la meta de la fe.

 

Aclamación antes del Evangelio

R/. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto.
Dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.
R/. Aleluya, aleluya.

 

Evangelio según San Juan 20,19-31

El encuentro de Tomas

 

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”. Tomás, uno de los doce, a quien llamaban el Gemelo ,no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”. Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae a caá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”. Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

Ultima actualización ( Viernes 13 de Mayo de 2011 21:55 )