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Lecturas del vigésimo Domingo PDF Imprimir
Jueves 11 de Agosto de 2011 21:36

Primera Lectura: Isaías 56, 1.6-7

Esto dice el Señor: “Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación esta a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos  en mi altar, porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos”.

 

Salmo Responsorial (67):

R/ Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

Ten piedad de nosotros y bendícenos;
vuelve, Señor, tus ojos a nosotros,
que conozca la tierra tu bondad
y los pueblos tu obra salvadora. R/.

Las naciones con júbilo te canten,
porque juzgas al mundo con justicia;
con equidad tú juzgas a los pueblos
y riges en la tierra a las naciones. R/.

Que te alaben, Señor, todos los pueblos,
que los pueblos te aclamen todos juntos.
Que nos bendiga Dios
y que le rinda honor el mundo entero. R/

 

Segunda Lectura: Romanos11,13-15.29-32

Hermanos: Tengo que decirles algo a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar alguno de ellos. Pues si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no sera su reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de  Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.

 

Aclamación al Evangelio

R/. Aleluya, aleluya.

Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.

R/. Aleluya, aleluya.

 

Evangelio según San Mateo 15,21-28

En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarria-das de la casa de Israel. Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante Él, le dijo: “¡ Señor, ayúdame!”  Él le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselos a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor, pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué  grande es tu fe!  Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

Ultima actualización ( Jueves 11 de Agosto de 2011 21:41 )