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Lecturas del vigésimo séptimo Domingo PDF Imprimir
Jueves 29 de Septiembre de 2011 22:52

Primera Lectura: Isaías 5, 1-7

Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ella vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. Él esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio uvas agrias. Ahora bien, habitantes de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego, sean jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más pude hacer por mi viña, que yo no lo hiciera? ¿Por qué, cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias? Ahora voy a darles a conocer lo que haré con mi viña: le quitaré su cerca y será destrozada. Derribaré su tapia y será pisoteada. La convertiré en un erial, nadie la podará ni le quitará los cardos, crecerán en ella los abrojos y las espinas, mandaré a las nubes que no lluevan sobre ella. Pues bien, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación preferida. El Señor esperaba de ellos que obraran rectamente y ellos, en cambio, cometieron iniquidades: Él esperaba justicia y solo se oyen reclamaciones.

 

Salmo Responsorial: (79)

R/ La viña del Señor es la casa de Israel.

Señor, tú trajiste de Egipto una vid,
arrojaste de aquí a los paganos y la plantaste;
ella extendió sus sarmientos hasta el mar
y sus brotes llegaban hasta el río.R/

Señor, ¿por qué has derribado su cerca,
de modo que puedan saquear tu viña los que pasan,
pisotearla los animales salvajes,
y las bestias del campo destrozarla?R/

Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos,
mira tu viña y visítala;
protege la cepa plantada por tu mano,
el renuevo que tú mismo cultivaste. R/

Ya no nos alejaremos de ti;
consérvanos la vida y alabaremos tu poder.
Restablécenos, Señor, Dios de los ejércitos,
míranos con bondad y estaremos a salvo. R/

 

Segunda Lectura: Filipenses 4, 6-9

Hermanos:No se inquieten por nada; más bien, presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, aprecien todo lo que es verdadero y noble, cuanto hay de justo y puro, todo lo que es amable y honroso, todo lo que sea virtud y merezca elogio. Pongan por obra cuanto han aprendido y recibido de mí, todo lo que yo he dicho y me han visto hacer; y el Dios de la paz estará con ustedes.

 

Aclamación al Evangelio

Aleluya, aleluya.

Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto, y su fruto permanezca. Aleluya.

 

Evangelio: Mateo 21, 33-43

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó su viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero estos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: "A mi hijo lo respetarán." Pero cuando los viñadores lo vieron se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores? Ellos le respondieron: “Dará una muerte terrible a esos desalmados, y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo.” Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable"? Por esta razón les digo que les será quitado el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos.»