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Lecturas del trigésimo primer Domingo PDF Imprimir
Sábado 12 de Noviembre de 2011 12:18

Primera Lectura: Malaquías 1,14-2,2.8-10

“Yo soy el rey soberano, dice el Señor de los ejércitos; mi nombre es temible entre las naciones. Ahora les voy a dar a ustedes, sacerdotes, estas advertencias: ‘Si no me escuchan y si no se proponen de corazón dar gloria a mi nombre, yo mandaré contra ustedes la maldición”. Esto dice el Señor de los ejércitos: “Ustedes se han apartado del camino, han hecho tropezar a muchos en la ley; han anulado la alianza que hice con la tribu sacerdotal de Leví. Por eso yo los hago despreciales y viles ante todo el pueblo, pues no han seguido mi camino y han aplicado la ley con parcialidad”. ¿Acaso no tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos traicionamos entre hermanos, profanando así la alianza de nuestros padres?

 

Salmo responsorial  (66)

R/ Señor, consérvame en tu paz.

Señor, mi corazón no es ambicioso
ni mis ojos soberbios;
grandezas que superen mis alcances
no pretendo. R/.

Estoy, Señor, por lo contrario,
tranquilo y en silencio,
como niño recién amamantado
en los brazos maternos. R/.

Que igual en el Señor esperen
los hijos de Israel, ahora y siempre. R/

 

2da. lectura: 1 Tesalonicenses  2, 7-9. 13

Hermanos: Cuando estuvimos entre ustedes, los tratamos con la misma ternura con la que una madre estrecha en su regazo  a sus pequeños. Tan grande es nuestro afecto por ustedes,que hubiéramos querido entregarles, no solamente el Evangelio de Dios, sino también nuestra propia vida, porque han llegado a sernos sumamente queridos. Sin duda, hermanos, ustedes se acuerdan de nuestros esfuerzos y fatigas, pues, trabajando de día y de noche, a fin de no ser una carga para nadie, les hemos predicado el Evangelio de Dios. Ahora damos gracias a Dios continuamente, por que al recibir ustedes la Palabra que les hemos predicado, la aceptaron, no como palabra humana, sino como lo que realmente es: Palabra de Dios, que sigue actuando en ustedes, los creyentes.

 

Aclamación al Evangelio

R/. Aleluya, aleluya.

Su Maestro es uno solo, Cristo, y su Padre es uno solo, el del cielo, dice el Señor. Aleluya.

 

Evangelio según San Mateo 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la Cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan  sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filactelias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que las gentes los llame ‘maestros’. Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre’, porque el Padre de ustedes es solo el Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías’, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla sera enaltecido”.

Ultima actualización ( Sábado 12 de Noviembre de 2011 12:36 )