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Lecturas del segundo domingo ordinario PDF Imprimir
Sábado 14 de Enero de 2012 17:05

1a. Lectura: 1 Samuel 3, 3-10. 19

En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote Elí. Una noche, estando Elí acostado en su ha-bitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor  llamó a  Samuel y éste res-pondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?" Respondió Elí: "Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?" Res-pondió Elí: "No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte". Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tecera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?" Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: "Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor, tu siervo te escucha’’". Y Samuel se fue a acostar. De Nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "Samuel, Samuel". Éste respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha". Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía.

 

Salmo responsorial  (39)

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé en el Señor con gran confianza;
Él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
Él me puso en la boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.

Sacrificios y ofrendas no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocautos por la culpa,
así que dije: “Aquí estoy”. R/.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad
Esto es, Señor, lo que deseo:
Tu ley en medio de mi corazón. R/.

 

He anunciado tu justicia en la gran asamblea no he cerrado mis labios,Tú lo sabes, Señor.

 

Segunda lectura: 1 Corintios 6, 13-15. 17-20.

Hermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder. ¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros  de Cristo? Y el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él. Huyan, por lo tanto, de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque  Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo.

 

Aclamación al Evangelio - Juan 1, 41. 17.

Aleluya, aleluya.

Hemos encontrado a  Cristo, el Mesías. gracia y la verdad nos han llegado por Él”. Aleluya.

 

Evangelio según San Juan 1, 35-42

En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba dijo: “Este es el cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oir estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí? (Rabí significa ‘maestro’) Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero que encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en Él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, ‘’roca”)