Donativos

Cantidad Tooltip $10.00
$20.00
$30.00
$40.00
$
Lecturas del septimo domingo del tiempo Ordinario PDF Imprimir
Lunes 20 de Febrero de 2012 23:48

Primera lectura: Isaías 43,18-19. 21-22. 24-25

Esto dice el Señor: "No recuerden lo pasado ni piensen en lo antiguo; yo voy a realizar algo nuevo. Ya está brotando. ¿No lo notan? Voy a abrir caminos en el desierto y haré que corran los ríos en la tierra árida. Entonces el pueblo que me he formado proclamará mis alabanzas. Pero tú, Jacob, no me has invocado; no te has esforzado por servirme, Israel, sino que pusiste sobre mí la carga de tus pecados y me cansaste con tus iniquidades. Si he borrado tus crímenes y no he querido acordarme de tus pecados, ha sido únicamente por amor de mí mismo".

 

Salmo Responsorial (40)

R/. Sáname, Señor, pues he pecado contra ti.

Dichoso el que cuida de los pobres;
en los momentos difíciles
lo librará el Señor.
Él lo cuidará y defenderá su vida,
hará que viva feliz sobre la tierra
y no lo entregará
al odio de sus enemigos.
El Señor lo confortará en el lecho del dolor
y calmará sus sufrimientos. R/
Apiádate de mí, Señor, te lo suplico;
sáname, pues he pecado contra ti.
Hazme recobrar la salud
y vivir en tu amistad toda mi vida.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, ahora y siempre. R/.

 

Segunda lectura: 2da. Carta a los corintios: 1, 18-22

Hermanos: Dios es testigo de que la palabra que les dirigimos a ustedes no fue primero "sí" y luego "no". Cristo Jesús, el Hijo de Dios, a quien Silvano, Timoteo y yo les hemos anunciado, no fue primero "sí" y luego "no". Todo Él es un "sí". En Él, todas las promesas han pasado a ser realidad. Por Él podemos responder "Amén" a Dios, quien a todos nosotros nos ha dado fortaleza en Cristo y nos ha consagrado. Nos ha marcado con su sello y ha puesto el Espíritu Santo en nuestro corazón, como garantía de lo que vamos a recibir.

 

ACLAMACIÓN (Lc 4, 18)

Aleluya, aleluya.

El Señor me ha enviado para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.

 

Evangelio - Marcos: 2, 1-12

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras Él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acer-carse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralíti-co: "Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: "¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?". Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados' o decirle: 'Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa'? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa". El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!".