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Onceavo Domingo Ordinario PDF Imprimir
Sábado 14 de Julio de 2012 18:30

1a Lectura: Ezequiel (17,22-24)

Esto dice el Señor Dios:”Yo tomaré un renuevo de la copa de un gran cedro, de su más alta rama cortaré un retoño. Lo plantaré en la cima de un monte excelso y sublime. Lo plantaré en la montaña más alta de Israel. Hechará ramas, dará fruto y se convertirá en un cedro magnifico. En el anidarán toda clase de pájaros y descansarán al abrigo de sus ramas. Así, todos los árboles del ampo sabrán que yo, el Señor, humillo los árboles altos y elevo los árboles pequeños; que seco los árboles lozanos y hago florescer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo hare”.

 

Salmo responsorial (91)

R/. ¡Qué bueno es darte gracias, Señor!

¿Qué bueno es darte gracias, Dios altisimo,
y celebrar tu nombre,
pregonando tu amor cada mañana
y tu fidelidad, todas las noches. R/.

Los justos crecerán  como las palmas,
como los cedros en los altos montes;
Plantados en la casa del Señol,
en medio de sus atrios darán flores. R/.

Seguirán dando fruto en su vejez,
frondosa y lozanos como jóvenes,
para anunciar que en Dios, mi protector,
ni maldad ni injusticia se conocen. R/.

 

Segunda  Lectura: Corintios (5, 6-10)

Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos en el cuerpo, estamos desterrados, lejos del Señor. Caminamos guiados por la fe, sin ver todavía. Estamos, pués, llenos de confianza y preferimos salir de este cueerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria. Por que todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir el premio o el castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

 

Aclamación al Evangelio

Aleluya, Aleluya.

La semilla es la Palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra, vivirá para siempre.

Aleluya, Aleluya.

 

Evangelio según San Marcos (4, 26-34.)

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra , por sí sola va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”. Les dijo también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza  que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”. Y con muchas otras parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.