¡Felicidades! Imprimir
Lunes 26 de Septiembre de 2011 21:45

Saludo del Párroco,
P. Feliciano Rodríguez Domínguez
y del Vicario Cooperador, P. Angel L. Cintrón Ortiz

 

¡Saludos a todos los hermanos y hermanas de Juncos y de otros pueblos que nos acompañan! ¡Bienvenidos y bienvenidas al pueblo que, al igual que los juncos, se nutre de las fuentes que brotan de las entrañas de la tierra!

La historia de la Inmaculada Concepción de Juncos tiene 214 años, pero, en realidad, la historia de María, a quien se recuerda en el Templo que reinauguramos, es la historia de la humanidad de todo tiempo que haya sabido creer, esperar y amar. Ya en el Génesis, cuando se narraba la primera caída de los seres humanos, se anunciaba, al mismo tiempo, que la descendencia de una mujer “aplastaría la cabeza” del enemigo del bien. Se refería seguramente al Mesías que habría de venir, por lo que en la tradición cristiana se empezó a ver en aquella misteriosa mujer a la humanidad creyente, la figura de la Iglesia, representada en la madre de ese Mesías, como una nueva Eva.

También, la tradición de los Evangelios vio en la traducción griega de la famosa profecía de Isaías a una “virgen, que dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros…” Y los Evangelios percibieron allí a María, señalada también en boca del profeta más prestigioso del Antiguo Testamento.

No se trata de engrandecer a María por encima del Señor, sino, precisamente, de ver en ella el signo que apunta hacia Jesús-Salvador. A El queremos adorar en este Templo restaurado, símbolo y casa del templo espiritual que es la comunidad creyente.

Esta obra que culmina hoy debe ser un desafío para reconstruir, con absoluta excelencia y belleza, nuestras vidas y nuestras relaciones. Que logremos convertirnos todos y todas en lo que pedía Juan Pablo II al comienzo del tercer milenio: “casa y escuela de comunión”. Así como logramos la restauración del edificio, con el empeño de cientos de personas voluntarias llenas de fe y decisión, ahora nos embarcamos a una mayor renovación espiritual, en el nombre del Señor.

María nos inspira, para aprender a ser, como ella, discípulos/as-misioneros/as, llenos de gracia, y así crear pequeñas comunidades donde quepamos todos y todas. Es hora de reconstruir familias y amistades, de colocar la zapata sólida en la personalidad de nuestra juventud y niñez, de sanear nuestra política, economía, estructuras de participación, sistemas de convivencia, salud, ecología, justicia…

La historia de la Inmaculada Concepción debe proseguir en la edificación de una sociedad sana que saque de su vientre, como María, la Palabra y el Pan de la Vida… ¡para que tengamos vida en abundancia!

Ultima actualización ( Lunes 26 de Septiembre de 2011 21:55 )